Editorial Ananda Marga: tantra yoga, filosofía espiritual  

Experiencias místicas

del libro Conjunto de Palabras o Shabda Cayaniká, enciclopedia de vocabulario bengalí,
por Shrii Prabhat Rainjan Sarkar
 
     
 
 
 

Ekaváda

    El instrumento musical que produce sonido en armonía (notas de la escala relacionadas mutuamente) se llama Ekaváda. Entre los instrumentos que nos son familiares, la armónica y la tambura*, entran en esta categoría entre los insectos y los animales, el grillo, el búho, la rana y el chacal siguen el mismo sistema. El asno, y el ruiseñor hindú les sigue hasta cierto punto. El sitar y el esraj no están en la categoría de "Ekaváda". Algunas personas piensan que ekaváda es ektárá (instrumento de una sola cuerda). No, el nombre Sánscrito para ektárá es samaváda, no ekaváda.

*[Un instrumento de cuerda similar a la bandurria y la mandolina. — traductor]

    El hablar de ekaváda, me trae una experiencia olvidada. En aquella época Prasenjit y yo solíamos ir a los cerros todas las tardes a practicar el esraj. El esraj le pertenecía a Prasenjit. Yo estaba intentando ver si el esraj podía ejecutarse como si fuera un ekaváda o no, y si se podía, ¿cómo afectaría la octava musical? ¿En qué medida produciría notas consonantes y disonantes? Hay escalas que suenan diferente bajo circunstancias normales y condiciones de ekaváda.

    Todas las tardes después de haber estado practicando por corto tiempo, nos parecía estar oyendo a alguien ejecutar una raginii (escalas o modos de improvisación de la música clásica de la India) desconocida en un instrumento desconocido que llegaba desde los cerros distantes. Ambos escuchábamos durante un tiempo. No podíamos ver a nadie. A veces nos parecía que estábamos oyendo los ecos de nuestro esraj, pero después de unos instantes, nos dábamos cuenta de nuestro error porque ¿cómo podían los ecos de nuestro esraj durar tanto tiempo? Más aún lo que estábamos ejecutando no era la raginii que oíamos en el eco. Pero no veíamos ni instrumentista, ni instrumento por ninguna parte. Después de pasar un tiempo en ese ambiente sorprendente, bajábamos nuevamente del cerro. Cuando llegaba a la planicie abajo aquella música desaparecía en el horizonte.

    En este día particular se había hecho tarde. No sabía porque Prasenjit no había venido. Normalmente él llegaba primero y yo más tarde.

    Yo estaba allí sentado sólo cuando esa melodía intoxicaste, ese sonido arrebatador llegó flotando del bosque. Pensé para mí mismo: mientras Prasenjit no esté aquí, ni su esraj tampoco, porque no me adelanto un poco y busco al desconocido instrumentista.

    Comencé a escalar. La luna había salido y todo estaba claro y visible. Después de mi cerro había una meseta despareja llena de guijarro y piedras rotas y una jungla de catechu. Había unos cuantos chacales comiendo ciruelas bajo de un árbol, que huyeron al verme llegar. Más adelante vi tres o cuatro hienas sentadas tranquilamente; cuando me vieron primero trataron de adivinar si yo era amigo o enemigo de ellas. Después de ver que no me dirigía en dirección a ellas, continuaron sentadas donde estaban. Un ciervo apareció corriendo velozmente de norte a sur, como si un tigre lo hubiese estado buscando.

    Seguía avanzando más y más. La melodía llegaba en ondas, a veces clara y otras débil, a veces cerca y otras lejos, muy lejos. Un poco más allá llegué a una pequeña jungla; las flores abiertas emanaban un néctar intoxicaste.

    La música llegaba más clara. Todo brillaba a la luz de la luna. Avancé. El sonido parecía ahora bastante cerca. Llegué a otra jungla y comencé a recitar un poema para mí mismo.

¿Quién eres tú tocando la lira hoy sólo en el bosque?
Deja que yo te vea. Deja que yo te vea.
Esparce la dulzura radiante de luna de tu mente.
Tu nunca deseas nada, es posible que no necesites nada.
¡Qué viina (instrumento) tocas, más allá del pensamiento, en este lugar solitario!
En esta vacía morada de mi mente ¿me vas a permitir captarte sin hablar?
Canta el canto del infinito en esta noche bañada en luz de luna.

    Las flores floridas de los árboles parecían encendidas con fuego. En el medio de la jungla donde las árboles parecían mas esparcidos, vi a un hombre joven de mi edad, entre diecinueve o veinte años, sentado sobe un montículo. Su cuerpo era como un cuadro en movimiento, un juego de luz y sombra. Su rostro brillaba y usaba un adorno en su oreja y pulseras brillantes en sus muñecas. En sus manos tenía un instrumento de cuerdas y tocaba de acuerdo a su inspiración. Cuando me acerqué dejó de tocar y me dijo en Sánscrito. "He estado esperando por usted durante mu-uuuuu-chos días."

    "Sí, le he escuchado tocar a menudo", Le respondí. "¿Cómo se llama el instrumento que tiene?"

    "Es una viina antigua, viin en el lenguaje coloquial. Hace 7.000 o 7.500 años éste era el único instrumento musical en el mundo. Cuando Shiva comenzó sus prácticas musicales tuvo que hacerlo con esta viina. ¿Puede decirme hace cuanto tiempo fue?"

    "Eso sucedió hace 7.500 años", le respondí.

    "Sí, yo pienso lo mismo. He estado tocando esta viina durante 7.500 años. Durante mucho tiempo he deseado ejecutar para usted una vez. Esta viina es un instrumento de cuerda muy simple. Debe haber escuchado sus armonías."

    "Ciertamente", le respondí.

    "Con el pasar del tiempo", él continuó, "esta viina cambió en formas diferentes de viinas y viins: sitar, esraj, tambura, violín y otros tantos. Algunos de ellos tenían melodía otros no. Simplemente piénsalo. Shiva tuvo que hacer esfuerzos sobre humanos con esta viina primitiva. Él inventó la escala. Él tenía que poner las cuerdas muy cuidadosamente para obtener el sonido adecuado. Fue Shiva quien compuso las rágas y ráginiis (combinación de octavas musicales). Él introdujo en ellas modulaciones de espíritu conmovedor. Él sintió la necesidad de la métrica musical; sin métrica y sin tiempo no podría haber canto. Para mantener el ritmo él inventó el cuerno y el d́ambaru (un tipo de tambor pequeño en forma de reloj de arena). En la era Védica, posterior a Shiva, este tambor y cuerno tomaron la forma de un mrdauṋga. Eso fue al final de la era Yayurvédica y al comienzo de la época del Atharvaveda. Del mrdauṋga original se desarrolló mas tarde el mrdauṋga de Benares y el de Bengala. Al de este último también se le llamaba khola. Pero mrdauṋga y khola no son lo mismos, por lo tanto su sonido no es igual.

     "Nuestra tabla es una forma metamorfoseada de este mrdauṋga. Algunas personas piensan que la tabla vino de Persia; pero este no es el caso, la tabla se originó en este país (India). De Persia tenemos el sitar y el gazal y de Turquía, hává-gazal. Aunque la viina se originó en este país (India) y ha estado aquí desde el tiempo de Shiva, tenemos su descendiente, el violín, de Italia. La viina que yo tengo dejó de usarse hace seis mil años. Pensé que yo debía ejecutar para usted, por lo tanto, he estado aquí día tras día, noche tras noche, tocándola. No he dormido pero ni mi cuerpo ni mi mente se han cansado. Soy una onda de sonido, la modulación musical en las mentes de los seres humanos."

    "No pude escuchar la melodía completa de lo que usted estaba ejecutando", dije. "¿Si le parece bien, la tocaría una vez más?"

    "¿Porqué sólo una vez? Lo tocaré cien veces. La única razón por la que vine a este bosque fue para ejecutar para usted."

    "El comenzó a tocar. Sus dedos eran extraordinarios, el modo en que danzaban sobre las cuerdas. Después que se detuvo le pregunté: "¿Era esa la escala sindhubhaeravii que ha desaparecido?"

    "Si, usted está en lo cierto. Era sindhubhaeravii."

    "Ahora debo irme."

    "Bien, le acompañaré hasta el pie de la montaña.

    "Comencé a volver con ese extraordinario genio a mi lado. Después de recorrer un corto camino, me detuve y pregunté: "aquellos cuerpos luminosos* que cultivaban música se llamaban gandharva. Aquellos que solían cultivar varias cosas en esferas más sutiles se llamaban vidhyádhara y aquellos que eran experimentados en el vestir o enamorados de la belleza eran llamados kinnara. ¿Cual de estos tres es usted?

*[Videhalina - entidades que no poseen un cuerpo físico hecho de los cinco factores fundamentales, pero una estructura comprendida de solo tres factores: el luminoso, el aéreo y el etéreo, en el cual la mente puede funcionar.]

    El se mantuvo tranquilo. El rostro luminoso de su cuerpo luminoso relució aun con más brillo mientras sonreía.

    Continué caminando con él a mi lado, aquella viina original aun en sus manos.

    "Usted sabe", dijo. "El mundo de la música de hoy, es como una persona sin un guía adecuado o un entrenamiento apropiado. Las personas quieren mostrar que ellas saben ejecutar sin haber pagado sus deudas. Ellas se están vendiendo sin darse cuenta que el valor real de la música se está perdiendo. El oro se está volviendo más económico que el vidrio. Cuando una raginii es un poco difícil las personas muestran que pueden tocar las notas sin profundizar la música. Eso no se puede hacer con sindhubhaeravii, tampoco con multánii vasanta, por lo tanto usted ya no oye ninguna de las dos."

    "Tiene razón", le respondí. "Ya no escucho ejecutar más sindhabhaeraivii, ni tampoco múltáni vasanta. He escuchado dos partituras con el nombre de sindhubhaeravii. Una o dos canciones también. Pero juzgando por la escala pude comprobar que no eran sindhubhaeravii. Eran estilos locales de dharvanii."

    "Tiene razón, mucha razón. Eso es exactamente lo que yo quería decir. Usted debe haber notado que en sindhubhaeravii se debe prestar atención especial al ascenso y descenso de la escala. Dado que tan profunda atención dificulta la articulación de las notas, los cantantes de hoy en día no quieren arriesgarse."

    "Exactamente", dije. "Muy correcto".

    "Sería grandioso si usted compusiera una canción en sindhubhaeravii pura.

    "Si tengo suficiente tiempo y capacidad lo intentaré, pero no puedo dar mi palabra por ello; amo la música, como ve, pero no soy versado en ella. Ahora bien, usted no me dijo si era un gandharva, vidýadhara o kinnara, pero puedo decir que es uno de ellos porque tiene un cuerpo de luz."

    Él sonrió aun más y dijo "No soy ninguno de los tres."

    "¿Donde vive? ¿Vive en este bosque?"

    "No vivo en el bosque, vivo en la mente. He estado viviendo en su mente desde hace siete mil años."

    Llegamos al final de la montaña. Lo miré y de repente vi como su cuerpo comenzaba lentamente a disolverse en la luz de la luna; mientras esto sucedía escuché el sonido de la música flotando sobre la parte superior del bosque. Esta vez no era sindhubhaeravii, era meghamallára (megh: nube). Desde el nordeste noté un rastro de nube en el cielo.

    Al anochecer siguiente regresé al cerro y oí nuevamente la misma onda de sonido flotando hacia mis oídos. Prasenjit no había venido el día anterior, quien sabe él porque, pero tampoco ese día. No podía encontrar la razón para ello. El no era así. Cuando alguna vez no podía venir, solía informarme el día anterior.

    De repente vi a Prasenjit acercarse rápidamente, con el esraj en la mano. Le dije en tono medio riendo, medio enfadado, "¿Qué sucede? Ayer no viniste y hoy también llegas tarde. Tú no eres así"

    "¿Qué hice para contrariarte ayer? ¿Puedes darme detalles?"

    Sonreí levemente.

    "¿Da risa causar dolor a otra persona?" él respondió.

    "Entonces permaneceré completamente serio, ¿Qué hice para contrariarte?

    "Primero apareciste con el esraj justo cuando yo estaba por venir hacia aquí. ¿Porqué no pudiste haber venido un poco más temprano? ¿Porqué no pudiste haberme informado más temprano que ibas a venir? ¿Qué objeción tenías en comer algo en mi casa?

    Yo estaba muy sorprendido. Me quedé callado.

    "¿Porqué no dices nada?" él preguntó.

    "Dime lo que tengas que decir", le respondí. "Enumera tus quejas".

    "Tú entraste en mi casa", él continuó, "pero no te quisiste sentar en ninguna parte, ni en el catre, ni en una silla, ni sobre una estera. ¿Es eso correcto, te pregunto, permanecer de pie de ese modo cuando uno visita la casa de otros?"

    Permanecí en silencio.

    "¿Así es que todavía no tienes nada que decir? Ninguna respuesta en absoluta. ¿Qué está pasando contigo?"

    Nuevamente me mantuve en silencio.

    "Tu recogiste el esraj y comenzaste a ejecutar una extraña raginii. Te pregunté su nombre muchas veces pero no me respondías. Si me hubieses dicho mientras estabas tocando, quizás podría haberla captado. Pero tú me lo diste mucho más tarde, después de que no pudiera recordar lo que había oído."

    "Recuerdas que nombre te dije?"

    "Ciertamente recuerdo", respondió. "Tú me dijiste que su nombre era sindhubhaeravii, y que era una raginii de siete mil años que hoy se ha perdido. Se compusieron también algunos cantos en Sánscrito en esta raginii alguna vez, pero estos cantos también se han perdido. Tú dijiste que uno debe prestar atención especial en el ascenso y descenso de la escala en sindhubhaeravii y que la mayoría de los cantantes no están preparados para tomar tal riesgo; por esa razón la sindhubhaeravii real ha desaparecido. Se ha fundido con la luz de la luna y ha huido a lo desconocido."

    "¿Y qué más te ha hecho contrariar?"

    "La manera en que té fuiste tan repentinamente; me pareció a mí como si tú también te hubieses perdido en la luz de la luna. Busqué en todas partes pero no pude encontrarte. Solo pude oír una melodía flotando en el aire. Me pareció que era meghamalllár. Y luego comenzó a llover de continuo."

    "¿No te mojaste mientras regresabas caminado a tú casa?" él preguntó.

    "No, no me mojé", le respondí.

    Yo presté atención, y Prasenjit también, pero ese día no oímos ninguna raga y raginii flotando desde el bosque.

    Había escuchado lo que Prasenjit tenía que decirme y me dejo enmudecido. No tenía que responder.

    ¿Dónde se había ido aquel músico desconocido? ¿Se había perdido en su propio bosque? Quizás se había perdido y con él la grandeza de tantas melodías desconocidas, no cantadas o tocadas. O a lo mejor él no se había perdido. Quizás él estaba simplemente esperando por las personas adecuadas capaces de revivir nuevamente el mundo de la melodía, infundiéndola con la energía vital de las ragas y raginiis.

    Prasenjit y yo bajamos de las colinas. Mientras lo hacíamos una música similar parecía comenzar, flotando desde el bosque. Escuché con atención; parecía como si alguien estuviese tocando múltáni vasanta.

    Esta historia es una experiencia personal del autor.