La sociedad es como una compañía de caminantes que van en peregrinaje.
Supongamos que uno entre ellos está atacado de cólera, ¿el resto seguirá su
camino dejando a él detrás? No, ellos no pueden hacerlo. Antes bien, ellos
interrumpirán su viaje por un día o dos, lo aliviarán de su malestar y lo
ayudarán a obtener fortaleza en sus piernas. O, ellos reanudarán, otra vez
llevándolo a él sobre sus hombros. Si cualquier persona se queda escasa de
alimentos, otras le proporcionarán de los suyos. Juntos ellos comparten
todo con todos. Juntos corren avanzando cantando sus coros principales. En
su anhelo de ir hacia adelante con los demás, ellos olvidan sus
diferencias triviales las cuales en sus familias pueden haber conducido a
intercambios negativos y casos expuestos en la corte, incluso después de
tres generaciones.
La esencia de la cooperación nacida de la acción de moverse juntos, encara
a la amplitud o expansión del ser mental de la persona mediante el
derrumbamiento de las barreras personales de mezquindad una y otra vez. Y
desde aquí, yo reitero que la sociedad es parecida a un conjunto de
peregrinos que reúnen un extraño poder mental viajando juntos y con su
ayuda, resolviendo todos los problemas de su vida individual y social.
(Expresión Suprema 11, 144)
Desde la primera expresión de moralidad hasta el establecimiento en la
sociedad cósmica, existe una brecha. El esfuerzo concertado para vencer
esta abertura se llama progreso social y el cuerpo colectivo de aquellos
que están enlazados en este esfuerzo concertado lo llamaré "la sociedad".